En honor a Miss Paulina a quien tanto le gustaban los postres con su cafecito.
Cada Martes a las cuatro de la tarde en punto sonaba el timbre de la casa avisando la llegada de nuestra maestra de piano, Miss Paulina.
Aparecía por la puerta con el habitual cantadito de “buenas tardes” de cada semana y continuaba su camino a la sala donde el piano ya la esperaba. En el atril acomodaba las partituras con las que iniciaría la clase y pacientemente esperaba por la primera de las hermanitas Underwood que se dignara aparecer.
Entre Mary Anne y yo peleábamos el derecho de empezar “segundas” lo que pronto se solucionaba en cuanto Olguita llegaba a poner orden y mandar de inmediato a la que primero se le atravesaba.
Mujer serena, impecable, de pequeña estatura lo cual no descubrí hasta años después y de edad misteriosa para una niña de 11 años quien a pesar de ser joven la encontraba mayor. No le conocí flores o estampados en su vestir. Solo el negro, azul marino y beige eran los colores que conformaban su guardarropa. Su pelo siempre recogido atado en un chongo a la nuca y como aretes, discretas perlas siempre la acompañaron.
Durante seis años, cada martes, por el lapso de una hora, Miss Paulina y yo compartimos un espacio de música, plática y galletas que Olguita se encargaba de mandar en una linda charola con carpeta almidonada. Y mientras ella disfrutaba en pequeñitos sorbos de su café recién hecho, yo tocaba las piezas que me había dejado practicar de tarea.
Miss Paulina y alumnos al finalizar un recital de piano en la sala Chopin (yo soy la tercera de izquierda a derecha)
Miss Paulina nunca se casó y vivió con su hermana Lola, también soltera, hasta el día que partió al cielo de las Misses..
Uno de sus grandes gozos era invitarnos a su casa durante las fiestas navideñas a visitar su Nacimiento y tomar el famoso rompope que con tanto cariño había preparado Lola.
El nacimiento ocupaba la mitad de espacio o más de su sala Caminando junto a ella nos iba contando las historias de los diferentes personajes de las diferentes escenas. Cada figura tenía su propia tarea e importancia dentro de aquel mar de piezas y pueblitos y varios de nosotros buscábamos con ilusión aquella pieza que le habíamos regalado como recuerdo de algún viaje o paseo.
Vista del Nacimiento
Mi última visita con Miss Paulina y su sobrina, heredera del nacimiento
Una colección inmensa de figurines de porcelana “Hummel” ocupaba el resto de la casa la cual seguía creciendo con la ayuda de alumnos viajeros.
Miss Paulina y yo siempre compartimos el gusto por las miniaturas. Yo tenía una pequeña colección de figuras que vivían en una pequeña vitrina colgada de la pared de mi cuarto y que al día de hoy sigo teniendo en la misma vitrina tan viajada.
Un buen día, Miss Paulina me entregó un pequeño paquete envuelto. “Es un regalo para tí” – me dijo. Lo abrí con mucho gusto sin imaginar lo que guardaba dentro. ”Es una herencia familiar que quiero darte porque sé que sabrás apreciarlo” – dijo
Y al abrirlo me encontré con algo nunca visto. Una pequeña caja forrada en seda azul y cubierta con un encaje de corcho cortado a mano. El encaje de corcho de cada lado de la caja era distinto y el trabajo era exquisito.
Corcho cortado a mano cubriendo la caja de miniaturas
En el interior de la caja se asomaba una colección de miniaturas donde cada pieza estaba cosida a las paredes de la caja de seda azul. Cada pieza única, diminuta, maravillosa. Me quedé horas observando… y hoy me sigo quedando horas admirando..
Mi cajita azul tiene un lugar especial en mi casa y en mi corazón. Y cada vez que la volteo a ver, me acuerdo de mi dulce Miss Paulina.
Interior de la cajita de miniaturas
Miniaturas cocidas a la tela de seda
ROLLITOS DE MANZANA CARAMELIZADA CON CARAMELO, SAL DE MAR Y NUEZ
Estos rollitos tienen “estrella”, pues son un éxito a donde quiera que vayan. No son difíciles de hacer, sin embargo, requieren de tiempo y un poco de paciencia para armar de uno en uno. Pero créeme que cualquier esfuerzo habrá valido bien la pena.
Me gusta usar manzanas Granny Smith que son suficientemente ácidas, y caramelos de vainilla suaves que derriten fácilmente. La sal de mar le da un balance exquisito al relleno.
La receta rinde 20 rollitos. Sin embargo, me gusta hacer el doble de la receta (40 rollitos) para usar todo el paquete de pasta phyllo que encuentro de muy buena calidad en Trader Joe’s aquí en Los Angeles y aprovechar en congelar algunos para otra ocasión.
Congela los rollitos en una charola y una vez que estén congelados, guárdalos en una bolsa bien sellada. Esto ayudará a que no se peguen. No necesitas descongelarlos para hornearlos. Directamente del congelador se acomodan en una charola y se meten al horno.
Para hacer doble receta, te recomiendo usar dos sartenes para caramelizar las manzanas.
*mantequilla clarificada: se produce derritiendo mantequilla y dejando que los diferentes componentes se separen por densidad. Los residuos lácteos quedan en el fondo y la grasa de la mantequilla que es la que está arriba es la que se utiliza .
Cada vez es más común encontrar mantequilla clarificada en tiendas de comida gourmet. Para mi buena suerte, Trader Joe’s la vende también.
Ingredientes: Para 20 rollitos
- 500 gr. (1 lb) 5 manzanas chicas Granny Smith
- 1/2 taza de azúcar granulada
- 2 cucharadas de mantequilla
- 10 chiclosos de vainilla
- sal de mar
- 250 gr. (1/2 lb) (10 hojas) de Pasta Phyllo
- 4 fl oz. (1/2 taza) de mantequilla clarificada derretida*
- 1/3 Taza de nuez picada
- Azúcar glass para espolvorear
Procedimiento:
1. Descongela la pasta phyllo según las instrucciones del paquete
2. Pela las manzanas y córtalas en cuatro. Con un cuchillo de buen filo corta una rebanada en el centro de cada cuarto para retirar las semillas y corazón de las manzanas.
3. En un sartén de base gruesa a fuego medio se ponen a derretir las dos cucharadas de mantequilla y se espolvorea la 1/2 taza de azúcar granulada. Encima se acomodan las manzanas con la parte plana viendo hacia arriba.
4. Se cocinan por 15 minutos y se voltean. El azúcar va ir tomando un color dorado y una consistencia mielosa. Se dejan otros 10 o 12 minutos más y se pinchan con un palillo para checar que estén cocidas. (El palillo debe resbalar con facilidad en la manzana) Cuando están cocidas se quitan de la lumbre y se dejan enfriar dentro del sartén con la miel.
5. Precalienta el horno a 400 F 200 C
Abre el paquete que contiene la pasta phyllo y extiende las hojas con cuidado. Toma una y colócala sobre un paño limpio. El resto cúbrelas con un papel encerado y dobla a la mitad. Mantén las hojas cubiertas para que no se sequen.
Con una brocha unta un poco de mantequilla clarificada (no necesitas cubrir toda la superficie) y dobla a la mitad. Vuelve a untar un poco de mantequilla y dobla de nuevo a la mitad. Termina con otro poquito de mantequilla. Con un cuchillo de buen filo corta por la pasta por la mitad.
6. En cada mitad coloca un trozo de manzana, la mitad de un chicloso de vainilla, una pizca de sal de mar y espolvorea con nuez picada
7. Dobla los dos lados más largos hacia el centro para evitar que el relleno se salga mientras se hornea.
8. Y luego enrolla y unta arriba con un poco de la mantequilla clarificada. Acomoda los rollitos ( con la unión de la masa tocando la superficie) en una charola de horno forrada con papel de estraza “parchment paper” Mete al horno por 15 a 20 minutos a que tomen un color dorado claro. Deja que enfríen y espolvoréalos con azúcar glass.
- 500 gr. (1 lb) 5 manzanas chicas Granny Smith
- ½ taza de azúcar granulada
- 2 cucharadas de mantequilla
- 10 chiclosos de vainilla
- sal de mar
- 250 gr. (1/2 lb) (10 hojas) de Pasta Phyllo
- 4 fl oz. (1/2 taza) de mantequilla clarificada derretida*
- ⅓ Taza de nuez picada
- Azúcar glass para espolvorear
- Descongela la pasta phyllo según las instrucciones del paquete
- Pela las manzanas y córtalas en cuatro. Con un cuchillo de buen filo corta una rebanada en el centro de cada cuarto para retirar las semillas y corazón de las manzanas.
- En un sartén de base gruesa a fuego medio se ponen a derretir las dos cucharadas de mantequilla y se espolvorea la ½ taza de azúcar granulada. Encima se acomodan las manzanas con la parte plana viendo hacia arriba.
- Se cocinan por 15 minutos y se voltean. El azúcar va ir tomando un color dorado y una consistencia mielosa. Se dejan otros 10 o 12 minutos más y se pinchan con un palillo para checar que estén cocidas. (El palillo debe resbalar con facilidad en la manzana) Cuando están cocidas se quitan de la lumbre y se dejan enfriar dentro del sartén con la miel.
- Precalienta el horno a 400 F 200 C
- Abre el paquete que contiene la pasta phyllo y extiende las hojas con cuidado. Toma una y colócala sobre un paño limpio. El resto cúbrelas con un papel encerado y dobla a la mitad. Mantén las hojas cubiertas para que no se sequen.
- Con una brocha unta un poco de mantequilla clarificada (no necesitas cubrir toda la superficie) y dobla a la mitad. Vuelve a untar un poco de mantequilla y dobla de nuevo a la mitad. Termina con otro poquito de mantequilla. Con un cuchillo de buen filo corta por la pasta por la mitad.
- En cada mitad coloca un trozo de manzana, la mitad de un chicloso de vainilla, una pizca de sal de mar y espolvorea con nuez picada
- Dobla los dos lados más largos hacia el centro para evitar que el relleno se salga mientras se hornea.
- Enrolla y unta arriba con un poco de la mantequilla clarificada. Acomoda los rollitos ( con la unión de la masa tocando la superficie) en una charola de horno forrada con papel de estraza “parchment paper” Mete al horno por 15 a 20 minutos a que tomen un color dorado claro. Deja que enfríen y espolvoréalos con azúcar glass.
Leave a Reply