Y ahora que me voy, las hierbas de mis jardín andan rozagantes. Es sabido por los que me conocen que las plantas no se me dan y que todo lo que planto, a excepción de uno que otro jitomatito, se me muere. Pues resulta que las plantas de tomillo, romero y hierbabuena que planté el año pasado y que atentaron más de una vez con partir al cielo de las plantas comestibles, hoy están contentísimas viviendo de vecinas en una pequeña colonia en mi jardín.
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