El barrio de Coyoacán es un espacio mágico con sabor a provincia que se encuentra en un rincón al sur de la infinita y pobladísima Ciudad de México.
Ir a Coyoacán es para mí como estar de vacaciones y con frecuencia procuro darme mis escapadas y disfrutar del caminar por su plaza y callejones.
Un poquito más allá de la plaza, frente al parque Allende, está el mercado el cual fue obra, ni más ni menos, que del mismísimo arquitecto Pedro Ramírez Vázquez quien fuera responsable también, entre muchas otras obras, de dos de los iconos más importantes y representativos de nuestro país y de nuestra cultura; El estadio Azteca y la nueva basílica de la Virgen de Guadalupe.
En un capítulo de sus memorias que el poeta Pablo Neruda llamó México florido y espinudo decía que “México estaba en sus mercados” y no hay algo más cierto que eso. Es bajo el techo del mercado que encontramos nuestra esencia, nuestra historia, nuestra gastronomía nuestra cultura y nuestras tradiciones.
De montañas bien formadas en los puestos de frutas y verduras nos saludan las tunas y zapotes, las verdolagas y huauzontles, las pitayas y xoconostles, las chirimoyas y tejocotes, los chipilines y el epazote y los chayotes, aguacates, jícamas y huitlacoche.
De mecates en el techo cuelgan el papel picado, adornos, una que otra calaca rezagada de fiestas recientes y piñatas del color del arcoiris anunciando la próxima llegada de las posadas y fiestas navideñas.
Golosinas y dulces esperan bajo las piñatas. “Lleve marchanta los dulces para su piñata” – Hay cocadas y palanquetas, alegrías, muéganos, morelianas y colación.
“Pásele pásele güerita, ¿Qué le doy?”. “Tengo cacahuates, pistaches, nuez y piñón. Los dátiles están medio caros pero las pepitas están de mera estación”.
-“Lleve sus canastas o tortilleros de color”.
“Y no olvide sus palas de madera para cocinar y ayudarle al buen sazón”
“Tengo molcajetes de los buenos, de los que no tiran piedra, y ollas de barro para sus deliciosos frijoles”. “¿Algún platón de talavera para servir su comida, o quizá un nacimiento o esferas para el arbolito de Navidad?”
Y después de recorrer los pasillos del mercado, hago una parada obligada en el muy popular puesto de tostadas.
“Siéntese güera” “Tenemos tostadas de ceviche, pata, pollo y salpicón”. “O quizá le guste de pulpo o champiñon”. “¿Qué le doy?”.
-Me da una de pata por favor.
Y mordida a mordida disfruto de aquella combinación de tortilla de maíz crujiente cubierta de ricos trozos de pata encurtida, lechuga rebanada, aguacate que está en su mero día, crema espesa y una fresca y bien sazonada salsa de tomate y chile verde.
Y ya de salida me prometo regresar pronto a este lugar consentido lleno de vida y de color que alberga, como diría Neruda, a todito México.
Leave a Reply