Soy parte de la generación que nos ha tocado vivir la transición del papel a la pantalla. Aprendí a hacer ecuaciones matemáticas y raíces cuadradas usando mi mente y mi lápiz. Conocí la geografía mundial desde un enorme atlas, los diccionarios y enciclopedias estaban siempre a la mano para responder cualquier pregunta, consulté la Guia Roji para no perderme por las calles, y leí varias obras literarias de aquella colección de libritos con bandas de color de la editorial Porrúa.
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